Autor de “La Celestina”, obra máxima del
teatro español
LETRADO HONORABLE EN TALAVERA DE LA REINA
DEFENSOR DE LOS INTERESES DE LA CIUDAD
Prácticamente la mitad de su vida la pasó Fernando de
Rojas en Talavera de la Reina, exactamente desde su toma de posesión como
Alcalde Ordinario (14 de junio de 1508) hasta la fecha de su muerte (5 de abril
de 1541). El inmortal autor de "La Celestina", obra capital del
teatro español, había nacido unos treinta y tres años antes, hacia 1475, en La
Puebla de Montalbán, dato indiscutible que él proclama en los versos acrósticos
que dispuso al frente de la edición de Toledo del año 1500, y que se supone
irían también al frente de la edición de Burgos 1499.
En Talavera, entonces Villa y Tierra perteneciente al
Señorío Arzobispal de Toledo, Fernando de Rojas fue hidalgo notorio y
reconocido, Alcalde Ordinario, Alcalde Mayor, letrado honorable, procurador y
defensor de los intereses de la ciudad en los múltiples y variados asuntos que
en sus manos ponía el Ayuntamiento.
Cuando nos acercamos a la
biografía de Fernando de Rojas, el confesado autor que "acabó"
"La Celestina", observamos no sin asombro que los únicos años de su
vida y de su actividad apoyados documentalmente son los treinta y tres que
vivió en Talavera, entre 1508 (fecha de su toma de posesión como alcalde
ordinario) y 1541 (fecha de su muerte).
El 14 de junio de 1508 Fernando de Rojas toma posesión
como alcalde de Talavera. He aquí el acta que se levantó de su juramento, conservado
entre los valiosos documentos del Archivo Municipal: "Este dicho día el
dicho señor liçençiado presentó por alcalde de la dicha villa al bachiller
Ferrando de Rojas, vezino de La Puebla, e los dichos señores le reçibieron, e
el dicho bachiller Ferrando de Rojas juró en forma, etc. E luego los dichos
señores le mandaron que dé fianças llanas e abonadas para el dicho cargo. E
luego pareçieron presentes Diego Núñez e Ferrando Álvarez de Montalván,
escrivanos públicos, e se obligaron de mancomún e cada uno dellos e de sus
bienes por sy insolidum e por el todo por el dicho alcalde, segund como de
derecho se requyere, etc. Antonyo de Mazariegos e Alonso Rodríguez, escrivanos,
e yo, Pedro Gómez, escrivano (Rúbrica)".
Hasta aquí el acta que se
levantó sobre la Toma de Posesión de Fernando de Rojas en el Ayuntamiento de
Talavera (14 de junio de 1508).
Hemos de aclarar que el concepto y cargo de
"alcalde" en la época no equivalía a lo que hoy entendemos por tal.
Nuestro alcalde actual equivaldría prácticamente al corregidor de entonces;
nuestros concejales a los antiguos regidores; y los antiguos alcaldes (varios
eran titulados "ordinarios" y uno "mayor") venían a ser
juristas o letrados especialistas en leyes, contratados por el Ayuntamiento que
les pagaba salario y dietas de viajes, que entendían en juicios y litigios
entre particulares, delitos, etc... y a los que el Ayuntamiento solía encargar
la defensa de sus intereses en los diferentes contenciosos que se suscitaran.
El Archivo Municipal de
Talavera ha guardado un importante tesoro de documentos, a través de los cuales
se puede reconstruir la interesante labor que realizó el autor de "La
Celestina" y los muchos y delicados asuntos que tuvo que abordar, todos
ellos relacionados con aspectos importantes de la vida y jurisdicción de
Talavera y su Antigua Tierra. Hay que dejar claro que siempre lo hizo en
calidad de hombre entendido en derecho, Bachiller en Leyes, título alcanzado en
la prestigiosa Universidad de Salamanca. En Talavera se ganó una excelente reputación
y bien merecida fama de hombre entendido y justo. Un documento de 12 de mayo de
1514 refiere, a propósito de un nombramiento, que "el bachiller Rojas es
buen letrado y persona que lo hará bien".
Fernando de Rojas no fue un
simple funcionario del Ayuntamiento de Talavera. Fue normalmente alcalde
ordinario y, en no pocas ocasiones, alcalde mayor. Este cargo le facultaba para
ejercer justicia: oír pleitos y litigantes y dictar sentencia. Además, por su
condición de letrado, con frecuencia era facultado por el Ayuntamiento de
Talavera para gestionar los asuntos más importantes y delicados en que se veían
implicados los intereses de la ciudad.
La documentación existente en
el Archivo Municipal refleja las actuaciones de Rojas en materias tan delicadas
como jurisdicciones y deslindes territoriales (asunto que provocó
frecuentes conflictos entre Talavera y las aldeas o lugares de su Antigua
Tierra). Otro asunto delicado para Talavera fueron sus relaciones con el
Concejo de la Mesta, algunas de cuyas cañadas cruzaban el alfoz talaverano,
ocasionando inevitables choques de intereses. Procesos inquisitoriales y
asuntos de las Santa Hermandad requirieron también la intervención de Fernando
de Rojas, cuya vida en Talavera estuvo entretenida por una intensa actividad
profesional.
Al repasar los documentos
(actas, recibos, resoluciones, sentencias...) nos damos cuenta de la
importancia que alcanzó Fernando de Rojas, pues se relacionó con las personas
más importantes de Talavera. Así su nombre figura repetidamente en los
documentos al lado del de Pedro Cervantes, Diego Girón, Francisco Barrionuevo,
Pedro Gómez, Bernardino de Meneses y otros Meneses y Loaisas. Tuvo que
comunicar asuntos con el Arzobispo de Toledo, Señor de Talavera de la Reina y
su Tierra, sobre los más delicados asuntos, que requerían un tratamiento
inteligente y detenido, con la Chancillería de Valladolid, etc. Y en todas las
actuaciones era designado como la persona y el jurista más adecuado para la
defensa de los intereses de Talavera.
Uno de los conflictos más
arduos que litigaba Talavera tenía que ver con Mejorada a propósito de los
límites jurisdiccionales entre las tierras de ambas. La propiedad de los montes
limítrofes era reclamada por una y otra parte desde muchísimos años atrás. La
última resolución de la Chancillería de Valladolid concedía dichos montes a
Mejorada y esto se interpretó como un agravio directo del presidente de la
Chancillería para con Talavera y su Señor, el Arzobispo de Toledo, a la sazón
el Cardenal Cisneros. Fernando de Rojas fue comisionado en calidad de alcalde
mayor para tratar el asunto con Cisneros, según consta en documento de 23 de
julio del año 1511: "Poder al bachiller Fernando de Rojas, alcalde. Este
dicho día los dichos señores dieron su poder conplido al señor bachiller
Ferrando de Rojas, alcalde mayor en la dicha villa, para que pueda yr al
cardenal nuestro señor a le fazer relaçion e le informar de los agravios que el
presidente de la Chançillería de Valladolid faze a esta dicha villa... Este día
los dichos señores mandaron librar al dicho señor alcalde para yr el dicho
camyno dos mil maravedises, de los quales a de dar cuenta, y le an de ser
pagados cada día de los que allá estuvyere a çiento e çinquenta
maravedises".
A este propósito es
especialmente interesante otro documento fechado el 3 de septiembre del mismo
año 1511. Fernando de Rojas era por entonces el alcalde mayor y el documento
llevaba en el margen izquierdo la siguiente aclaración: "continuaçion de
la posesyon de los montes de Talavera que son de aquella parte e desta de
Mejorada". El documento revela la actitud que solía tomar Talavera ante la
negativa resolución de la Chancillería de Valladolid: la justicia en pleno se
personaba en los montes y hacían alardes de tener poder sobre ellos, paseándose
por toda su extensión y ejerciendo en ellos, al aire libre, la justicia, según
los pleitos y litigios que se les presentaran. Ese día citado fueron a los
montes todos los miembros de la justicia talaverana: el licenciado Barrionuevo,
corregidor nombrado por Cisneros; el bachiller Fernando de Rojas, "alcalde
mayor en la dicha villa e su tierra"; el comendador Pedro de Cervantes,
Diego Girón y Diego de Meneses, "regidores de la dicha villa"; y
Martín Azeytuno, "procurador del conçejo de la dicha villa". El documento
los cita por este orden, que es el riguroso por la calidad de sus cargos, y
describe cómo al día siguiente (cuatro de septiembre) tomaron posesión de los
montes y pasearon por ellos, cortando ramas de los árboles, gesto simbólico de
su poder, dominio y propiedad sobre los mismos (a pesar de que la Chancillería
de Valladolid había fallado a favor de Mejorada). A continuación, el señor
alcalde mayor, Fernando de Rojas, mandó pregonar que se hallaba así sentado
dispuesto a escuchar todos lo pleitos que hubiese ese día, tanto de Talavera
como de las tierras (previamente, el día anterior, se había pregonado que los
juicios de ese día no se verían en Talavera sino en los montes por hallarse
allí la justicia en el acto de la toma de posesión). Para escuchar los pleitos
y dictar sentencia, Fernando de Rojas se sentó "al pie de la torre del
Atalaya, la questá çerca del lugar de Segurilla ques en los montes e término de
la dicha villa de Talavera". Poco después se trasladó al "valle e
cañada ques çerca de la villa de Mejorada, junto a donde está un horno de fazer
teja e ladrillo, estando allí presentes los dichos señores contratando la dicha
su posesyón, estando el dicho señor alcalde asentado para ver e librar pleitos
como lo tiene por costumbre e de su mandamiento".
En calidad de defensor de la
jurisdicción de Talavera, Fernando de Rojas hubo de hacer frente a otros
conflictos, suscitados en otros lugares de la extensa geografía de la Antigua
Tierra talaverana. Así, el 9 de octubre de 1521, se le encomendó "el
negoçio de los alcaldes de Alía y Gonçalo Gómez de Guadalupe". A comienzos
de 1522 Toledo estaba sin arzobispo, que era el Señor de Talavera como sabemos,
y como a él le correspondía pagar los gastos de la defensa de la jurisdicción,
tenía que hacerlo el Ayuntamiento de Talavera entretanto se nombrara nuevo
arzobispo. La situación era conflictiva, pues la nación se hallaba en plena
Guerra de las Comunidades, y Toledo y su Arzobispo eran protagonistas en el
conflicto. pero lo que nos interesa resaltar es que, sucediera lo que
sucediera, en la paz y en la guerra, Fernando de Rojas era siempre el jurista
idóneo designado para la defensa de la jurisdicción territorial de Talavera y
los asuntos de deslindes y pleitos contra las aldeas de la Antigua Tierra y las
villas y señoríos limítrofes. De todo esto es clarificador documento de 3 de
enero de 1522: "Este dicho día los dichos señores dixeron quel salaryo que
se da a Rojas, el bachiller, e a Juan garçía, procurador, por el cargo que
tienen de defender la jurediçión, que presente lo faze pagar la dicha villa
porque lleva las penas del fysco en sede vacante no avyendo prelado, porque de
otra manera al prelado le incumbe defender su jurediçión y deve a costa de sus
penas fyscales pagar letrado y procurador que para ello tenga en su dicha
villa"
.
Otra institución que
ocasionaba constantes conflictos para el Ayuntamiento de Talavera era el
Concejo de la Mesta. En Talavera la poderosa asociación de ganaderos celebraba
sus asambleas invernales. En el amplio alfoz de Talavera invernaban buena parte
de los ganados que, desde las cañadas segoviana y leonesa, discurrían por
tierras talaveranas a través de numerosos ramales. Prácticamente toda la tierra
de Talavera era cañada para el libre paso de ganado, con la única obligación de
respetar viñas y dehesas. Esto ocasionaba frecuentes problemas y los labradores
se quejaban frecuentemente de daños causados en árboles, siembras, colmenas y
viñas. Fernando de Rojas tuvo que intervenir en este tipo de pleitos, en que
Talavera siempre quiso hacer valer su derecho inmemorial a juzgar a los
ganaderos, ya que ningún alcalde de pastores tuvo jurisdicción en Talavera y su
tierra, desde que ésta era "de la Reina". Los asuntos de la Mesta
eran los que ocasionaron principalmente que Fernando de Rojas viajara hasta
Toledo para tratar con el cardenal Cisneros, por su calidad de Señor de
Talavera y su Tierra. A ello alude un documento de 30 de julio de 1511:
"Este dicho día los dichos señores cometieron al dicho señor Diego Girón,
regidor, que tome cuenta al bachiller Fernando de Rojas, alcalde, del camyno
que fue al cardenal nuestro señor a le ynformar de los pleitos de la Mesta y
otras cosas, para el qual camyno le fueron librados dos mill maravedises, y sy
más se le deve, se lo manden librar". En otro documento de 12 de agosto de
1511 consta que el bachiller Rojas trató largamente de los asuntos de la Mesta
con el cardenal ("su reverendísima señoría") y el Ayuntamiento acordó
enviar a Juan Vázquez Rengifo a Valladolid a solucionar "dichos pleitos"
junto con el licenciado Paradinas, enviado por el cardenal.
Otros muchos asuntos y pleitos
de todo tipo tuvo que solucionar Fernando de Rojas, juicios menudos y diarios
sobre los aspectos más variopintos del vivir cotidiano de Talavera. Ya S.
Gilman, en la espléndida biografía de nuestro personaje, describe su
intervención en un par de procesos inquisitoriales: el de Diego de Oropesa y el
de su propio suegro Álvaro de Montalbán... No le faltaron a Fernando de Rojas
pleitos de la Santa Hermandad que juzgar y así por uno de ellos se le abonan
"las costas de un proceso que se causó contra Bartolomé Sánchez".
Alguno de los casos que se le
encomendaban eran especialmente curiosos y llamativos. Así el 18 de julio de
1511, siendo Rojas alcalde mayor, tenía que juzgar a un hombre acusado de
"sométyco" (sodomía, delito que antiguamente se tenía por muy grave):
"Este dicho día ante los dichos señores paresçió presente el señor
bachiller Fernando de Rojas, alcalde mayor en la dicha villa, e les hizo relaçion
cómo él tiene preso un hombre porque le acusan de sométyco, el qual le tiene
recusado e requerido que tome acompañado". Rojas venía a solicitar a sus
compañeros del Ayuntamiento que nombrasen dos regidores para, juntamente con
él, entender en dicha causa. Fueron nombrados sus dos asiduos colaborados Pedro
de Cervantes (el tío-abuelo de Miguel de Cervantes) y Diego Girón (padre del
licenciado Pedro Girón, cronista de Carlos V)...
Desde antiguo, el pecado o
delito de sodomía era uno de los más viles y horrendos que podía cometerse. La
ley lo castigó siempre con la muerte. En época de Fernando de Rojas estaba
vigente la Pragmática del 22 de agosto de 1497, dada por los Reyes Católicos en
Medina del Campo, tendente extirpar del todo tan abominable delito. Su tenor
era el siguiente:cualquier persona, de cualquier estado, condición,
preeminencia o dignidad que sea, que cometiere el delito nefando contra
naturam seyendo en él convencido por aquella manera de prueba, que según
derecho es bastante para probar el delito de heregía o crimen laesae
Majestatis, que sean quemados vivor en llamas de fuego en el lugar, y por
la Justicia a quien perteneciere el conocimiento y punicion del tal delito; y
que asimismo haya perdido por ese mismo hecho y derecho, y sin otra declaración
alguna, todos sus bienes así muebles como raices, los quales desde agora
confiscamos, y habemos por confiscados y aplicados a nuestra cámara y fisco. Y
por mas evitar el dicho crimen mandamos que si acaeciere que no se pudiese
probar el dicho delito en acto perfecto y acabado, y se probaren y averiguaren
actos muy propinquos y cercanos a la conclusión dél, en tal manera que no
quedase por el tal delincuente de acabar este dañado yerro, sea habido por
verdadero hechor del dicho delito, y que sea juzgado y sentenciado, y padezca
aquella misma pena, como y en aquella manera que padeciera el que fuese
convencido en toda perfección del dicho delito, como de suso se contiene; y que
se pueda proceder en el dicho crimen a peticion de parte o de cualquier del
pueblo, o por via de pesquisa o de oficio de Juez, y que en el dicho delito, y
proceder contra el que lo cometiere, y en la manera de la probanza, así para
interlocutoria como para definitiva, y para proceder a tormento y en todo lo
otro, mandamos se guarde la forma y orden que se guarda y de Derecho se debe
guardar en los dichos crímenes y delitos de heregía y laesae Majestatis,
para que de los testigos que fueron tomados en el proceso deste dicho crimen se
pueda dar y dé copia y traslado de los nombres dellos, y de sus dichos y
deposiciones al acusado, para que diga de su derecho". y todo esto se
encargaba en la citada ley que fuese ejecutado con toda diligencia.
"Mandamos a las nuestras Justicias de todos nuestros Reynos y Señoríos,
que con toda diligencia hagan guardar y executar lo suso contenido; sobre lo
qual les encargamos sus conciencias, y que sean obligados a dar a Dios cuenta
de todo lo que por ellos, o por su culpa o negligencia quedare de castigar,
allende de la otra pena que por Nos se les mandare dar, y hagan juramento
especial de lo cumplir así, al tiempo que fueren recebidos en los
oficios".
De toda esta documentación del
archivo municipal de Talavera, exhumada y publicada en su día por Inés Valverde
(en la revista "Celestinesca", vol. 16, nº 2, otoño 1992) se deduce,
pues, la actividad profesional de Fernando de Rojas en Talavera de la Reina
como treinta y tres años de defensa de los intereses de la ciudad frente a
problemas que minaban la integridad de su jurisdicción y la economía de sus
agricultores moradores frente a los ganaderos trashumantes de la Mesta. Otros
pleitos y litigios en que tenía que actuar como juez, en virtud de su calidad
de alcalde ordinario o mayor, eran los comunes: deudas impagadas, robos, etc...
de vez en cuando tuvo que arbitrar algún delito extraordinario, como el
mencionado caso del "sométyco".
La actividad de Rojas en
Talavera no se reducía, desde luego, a los deberes y obligaciones de su cargo.
Se relacionaba y mantenía negocios con los miembros más eminentes de la
sociedad talaverana de la época. Basta echar una ojeada al texto de su
testamento, para ver el negocio de los censos que tenía montado, lo cual le
proporcionaba pingües beneficios. En calidad de notario, testificaba
testamentos y todo tipo de documentos. El señor Valle Lersundi, heredero de
Rojas en nuestro tiempo, publicó algunos y, entre otros, poseía el testamento
de Pedro Martínez de Mariana, secretario y canónigo de la Colegial de Talavera,
hermano del deán Juan Martínez de Mariana, bachiller y padre natural del P.
Juan de Mariana. Pues bien, dicho testamento se hizo en presencia de Rojas y él
lo dio validez.
También se relacionó con el
ilustre talaverano y poderoso señor Juan de Ayala, corregidor de Talavera, en
cuyas casas Cisneros había celebrado el Sínodo de 1498 y, entre otras cosas,
había costeado el célebre retablo desaparecido de la Colegial (¿trabajó en él
Juan de Borgoña?). Pues bien, de la herencia de Juan de Ayala se le debían a
Rojas, unos 16.000 maravedís por servicios impagados, y así lo hizo constar en
su testamento. Y es que Rojas actuó como abogado y mayordomo de Ayala. El hecho
de que Rojas fuera enterrado en el Convento de la Madre de Dios confirma esa
relación, opina S. Gilman, ya que había sido construido en 1517 con el
patronazgo de un miembro de la familia, doña María de Ayala, monja que fue
enterrada en el convento más tarde.
Fernando de Rojas ejercía, sin
duda, en Talavera las actividades lúdicas que el entorno le ofrecía y eran
costumbre de la época: cacerías, excursiones a los montes del norte y del sur,
incluso a las faldas de la sierra, en busca de caza menor y aves... Recibía
frecuentes visitas: en la célebre "Probanza de Hidalguía" de su nieto
los que testifican hablan de que a su casa acudían gentes diversas y numerosos forasteros.
El ajedrez debió ser su
principal recreo. Sabemos que poseía un "Libro de Axedrez" en su
biblioteca y un tablero con sus piezas de ajedrez, pues los menciona en su
testamento entre los objetos de su propiedad: "Item el libro de Axedrez"...
"Item un tablero de axedrez con sus tablas y axedrezes". Y ello le da
pie a Gilman para imaginar a nuestro autor en sus ratos libres: "Otra
posibilidad era el ajedrez jugado con miembros de la familia o con amigos.
Incluso solo, Rojas podía entretenerse con las posibles combinaciones de
finales de partida que Sempronio había recomendado a Calisto para distraerse
del tormento amoroso. Si, como muchos jugadores de ajedrez, tomó en serio el
juego, para 1541 había superado los sencillos problemas y doctrina elemental
contenida en su ejemplar del "Arte de Axedrez", de su condiscípulo
Luis de Lucena, publicado juntamente con "Repetición de amores" en
1497".
De la lectura de su testamento
se deduce una muy clara actitud cristiana ante la muerte, conforme a las
costumbres de la época, lo que contradice a mi modo de ver las teorías
románticas que quieren ver a Rojas como un converso en difícil situación,
atosigado por la vividura del momento y bajo la espada amenazante de la
Inquisición. Nada de eso. El preámbulo o encabezamiento del testamento es
suficientemente elocuente: "e temyendome de la muerte, ques cosa natural
de la qual nynguna persona puede huyr ny escapar; e creyendo como creo
firmemente en la Santísima Trynydad, Padre, Hijo, Espiritu Santo, tres personas
e un solo Dios verdadero; y creyendo todo aquello que tiene y cree la Santa
madre yglesia como bueno e fiel xpiano, en la qual fee y creencia protesto de
bivir e morir, en que primeramente mando y encomyendo my anima a Dios Padre que
la crio e hizo a su semejança e a su precioso Hijo Ihu Xpo, que la redimio por
su santa e preciosa sangre, e al Espiritu Santo que la alumbro, y el cuerpo a
la tierra donde fue formado". No hay razones para dudar de su sincero
cristianismo. Aquí no hay vividura ni simulación de converso.
Se expresa a continuación la
voluntad de ser enterrado en un convento: "Yten mando, quando a dios
nuestro señor fuere servido de me llevar desta presente vida, que mi cuerpo sea
sepultado en la yglesia del monasterio de la Madre de Dios desta dicha villa de
Talavera". Y en la cláusula siguiente se expresa un detalle que dice mucho
de su peculiar concepción del cristianismo, su devoción franciscana: "Yten
mando que sea enterrado en el abito de señor San Francisco y paguen por él lo
que justo sea". Por cierto, conocemos incluso el pormenor del precio de
dicho hábito franciscano, con el que fue enterrado Rojas, dado que el recibo
del pago que hizo su viuda, Leonor Álvarez, se conservó entre los papeles del
testamento, que vino a mano de su heredero el señor Valle Lersundi:
"Conozco yo, Ana López, que reçebí de vos, señora Leonor Álvarez,
seysçientos maravedises por razón de un ábito en que s'enterró el señor
bachiller Rojas, que sea en gloria".
Y para abundar en su
ortodoxia, el testamento añade unas cláusulas en que quedan encargadas
numerosas misas en diferentes monasterios de Talavera: San Francisco, la Madre
de Dios, la Santísima Trinidad... y en su parroquia talaverana, San Miguel,
"donde yo soy parrochiano".
En ese testamento, que redactó
en Talavera el 3 de abril de 1541, es mencionada respetuosamente su esposa
Leonor Álvarez, para quien manda la devolución de su dote matrimonial (nada
menos que 80.000 maravedís). Rojas nombra herederos de sus bienes a sus hijos:
"E cumplidas e pagadas todas las mandas e legatos e pías cabsas en esta
carta de mi testamento contenydas, dexo e nombro e instituyo por mis legitimos
e universales herederos en el remanente de todos mys bienes e acciones e
derechos al licenciado Francisco de Rojas e García Ponce e Álvaro de Rojas e
Juan de Montemayor e Catalina de Rojas, muger de Juan de Santo Domingo, e a
Juana de Rojas, mys hijos, e hijos legitimos de la dicha Leonor Alvarez, mi
muger, para que ayan y hereden todos mis bienes muebles e rayzes e semovientes
e acciones e derechos". Seis hijos contaba Rojas en el momento de su
muerte.
El testamento es otorgado y
firmado, como queda dicho, el 3 de abril de 1541. Los recibos de las misas de
su funeral llevan la fecha del día 8 del mismo mes. Como estas misas solían
decirse a los tres días del enterramiento, hay que pensar que Fernando de Rojas
debió morir el 5 de abril de 1541.
El año 1936 vino a Talavera de la Reina el estudioso Luis
Careaga con el ánimo de indagar y buscar la tumba de Fernando de Rojas. El
resultado de sus indagaciones lo expuso en un artículo que tituló
"Investigaciones referentes a Fernando de Rojas en Talavera de la
Reina" (publicado dos años después). Había realizado excavaciones en el
convento de la Madre de Dios, que aún estaba en pie, y explicaba que había
localizado los restos de Rojas, un esqueleto en un enterramiento en el centro
del presbiterio con la siguiente disposición: un poco inclinado hacia la
izquierda, con la cabeza reposando sobre la mano izquierda. El señor Careaga
recordó una frase de los preliminares de "La Celestina" en que el
autor se retrata a sí mismo "asaz veces retraído en mi cámara, acostado
sobre mi propia mano, echando mis sentidos por ventores". Además, ciertos
restos considerados como de tela de hábito franciscano contribuyeron a
facilitar la identificación.
Ya en los años sesenta, cuando era inminente la
definitiva demolición del Convento de la Madre de Dios, fueron extraídos dichos
restos y depositados en una caja de cobre permanecieron custodiados en el
Ayuntamiento, hasta que en 1980, en una ceremonia popular y emotiva fueron
colocados en el lugar que actualmente ocupan, en un nicho abierto en la pared
del Claustro de la Colegial que lindó en su día justamente con la casa en que
murió Rojas.
El 2 de diciembre de 1999, como colofón a todo un año
dedicado a conmemorar el V Centenario de su obra inmortal, la impar
"Celestina", el Ayuntamiento de Talavera, que él honró con una
actuación impecable a lo largo de su vida y defendió en los arduos litigios en
que se vio envuelto, le reconoce como alcalde honorífico, ilustre diría yo y
glorioso modelo para los que lo han sido y son en nuestro tiempo.