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viernes, 29 de julio de 2016
martes, 28 de junio de 2016
domingo, 13 de marzo de 2016
ÉXTASIS EN TOLEDO
PRÓLOGO
Con la lectura reposada de “EXTASIS EN TOLEDO” del poeta toledano José María Gómez Gómez entiendo que decir poesía es sinónimo de emoción, concentrada y concisa; un tanteo que nos legitima a explorar en lo indecible y a auscultar su verdad. No es fácil entender la palabra poética ignorando la virtualidad sonora de su tersura musical; esa música de fondo, callada y sin ruidos, de los místicos; y esas confidencias de luz mediterránea que manaban del pensamiento griego con el hechizo de transportarnos a la frontera de mundos desconocidos, apoderándose de nuestras almas con su incalculable energía espiritual.
Obligada una lectura serena y una relectura reposada. Nunca le faltará la acogida de los mejores lectores, que saben paladear esas vibraciones armónicas que rezuma esta antología de sencillez esencial, cargada de resonancias grecas, con una luminosidad omnipresente, y con unas imágenes que como en la caverna platónica nos abren a una verdad que no pasa y que cae más allá, pese a su cercanía. Acierto ya patente en el mismo título de la obra: “ÉXTASIS EN TOLEDO”.
Este poliédrico poemario nos abre un camino de ida y de retorno; su genealogía arranca de una contemplación íntima por parte de su autor, con fijación de asombro, ante la verdad y la belleza excesivas de la pintura cretense. Y nos está invitando a contemplarla nosotros con esa pasión serena que obliga a detenerse y a cerrar la mirada extasiada ante la solicitud de tanta belleza y verdad, con la complicidad de una decisión vocacional.
Conexión de dos almas y de dos momentos estéticos. La belleza pintada queda bien filtrada e ilustrada en la palabra poética. Todo un arte. El Greco con su estilo inconfundible se sentiría felizmente correspondido y reafirrmado con su mismidad, en el estilo de este poeta de concisión azoriniana y con sabores de la gran cultura española de aquella Edad de Oro. “Yo soy tú” podría decir el Griego de Toledo y a quien para pintar le bastaba la sola llama que en su alma ardía; y el poeta José María Gómez le respondería:” la esencia de lo greco late en mi poema como en su forma”. Misterioso trasvase de almas. Se cumplen aquellas anotaciones de García Lorca: todas las cosas tienen su misterio secreto y la poesía es el misterio que entrañan todas las cosas; en la poesía radica más verdad y belleza que en la historia del mundo, porque no le falta esa locura divina que es la inspiración.
Hay que saber mirar y aprender a mirar, como sostiene el cineasta Kurosawa en uno de sus "lmes, con las orientaciones de alguien que sepa hacer más transparentes nuestras miradas, y nos ayude a captar esa música susurrante de la verdad y de la belleza; ese fondo misterioso que puede fácilmente esfumarse con el vértigo de las prisas o bajo el prejuicio de lo “ deja vu”.
Como una antorcha de luz debe servirnos este intenso poemario para este año 2014, fecha para celebrar a este nuestro pintor del alma e inventor del color de las almas, corrigiendo que “ tanto ingenio yazca en el tácito olvido que le humilla”.
domingo, 6 de marzo de 2016
POEMAS DE LA HISPANIDAD
Hispanidad
¿Y qué es la
Hispanidad?, le preguntamos
al laberinto
aciago de la historia,
¿un confuso
huracán de oro y escoria
o el piélago en
que al cabo naufragamos?
Acaso la más
grande gesta humana.
El camino que
abrió una carabela
con la cruz y la
espada siempre en vela.
El Quijote. La
lengua castellana.
Tal vez. Pero
también la vividura
de las razas y
la íntima amargura
del inocente a
quien hirió la suerte.
Machu Picchu. El
nahuatl. La primitiva
pirámide maya. La
inquisitiva
mirada de
Atahualpa ante la muerte.
La Rábida
La Rábida de
Palos
tiene un
convento,
adonde Colón
vino
con su proyecto.
Y aquí los
frailes
se conjuraron
todos
para ayudarle.
Fray Juan y Fray
Antonio
van a la corte
para hablar a la
Reina
que los conoce.
Y allí le
explican
que ello será la
gloria
para Castilla.
La Reina los
escucha
con atención
y les da
garantías
para Colón.
¡Qué gran papel
tuviste en esta
historia
Reina Isabel!
Los frailes
convocaron
a los Pinzones
para que
reclutaran
barcos y
hombres.
Y todos juntos
descubren para
España
el Nuevo Mundo.
A Isabel la
Católica
Cuando Dios en
su cielo soberano
imaginó la reina
más señera,
buscó el molde
más fiel y más humano
y decidió
crearla en primavera.
En Madrigal
halló con qué la hiciera
y, entregado a
su oficio de Artesano,
puso el trigo en
su noble cabellera
y en sus ojos el
cielo castellano.
Y fuiste tú,
Isabel. Y en tu persona
Altas Torres
trenzaron la corona:
sabia y fuerte,
magnánima y sencilla.
Por eso, unida a
ti en honor y fama,
Madrigal con
orgullo te proclama
Madre de
España y Reina de Castilla.
Santa Fe
En la espaciosa
vega de Granada,
promesa de
futuro y esperanza,
con un buey, un
arado y una lanza
una Cruz
gigantesca fue trazada.
En sus brazos,
pujante y encalada,
una altiva
ciudad creció, a la usanza
de aquella santa
guerra y su mudanza,
con muro militar
fortificada.
En ella fincó
firme, fuerte y fiel
la reina de la
Fe, doña Isabel.
Allí aceptó
Boabdil las rendiciones.
Y allí, cuando
Granada fue vencida,
ensueño de
grandeza presentida,
Colón firmó las
Capitulaciones.
Arribada
1 de
marzo de 1493
El cielo
crepitaba electrizado.
Pinzón y sus valientes en cubierta,
avizorando la
tiniebla incierta,
sorteaban el
piélago erizado.
Habían
descubierto un Nuevo Mundo.
El mar, resuelto
en ásperos bramidos
abrió su abismo
tétrico y profundo
y los iba a
engullir despavoridos.
De pronto en
lontananza una caricia
de sol
desenterró la luz del día.
Una costa feliz
se perfilaba.
Era la verde y
plácida Galicia.
En la proa
Santiago conducía.
Bayona la Real
los esperaba.
Y fue Bayona
puerta de la gloria
por donde aquel
puñado de valientes,
demacrados
espectros fenecientes,
entraban
impasibles en la historia.
Tenía su aspecto
un halo indefinible
de grandeza y
horror. Eran sus ojos
relámpagos
heridos y terribles.
Sus ropas sólo
harapos y despojos.
Postrado en unas
pobres parihuelas,
llegó Martín
Alonso moribundo
Sus cuerpo
reflejaba las secuelas
del recio mar y
su bramar profundo
¡Pinzón!, gritó la
gente entusiasmada.
Pero él apenas
pudo ya oír nada.
Hernán Cortés desembarca en Palos
¿Quién es esa
armadura audaz que enciende
en al Puerto de
Palos la mañana,
capitán de
cadencia sobrehumana
que de la nave
impávido desciende?
Don Hernando Cortés, grita un rufián…
Él es quien con
la espada y con la pluma
la muerte
describió de Moctezuma
y la fama
alcanzó en Tenochtitlán.
En sus ojos trae
el fuego de la guerra.
Su pecho, con
magnánimo decoro,
exhibe el broche
de una iguana de oro.
Y con cesáreo
pie pisa la tierra.
Como quien viene
de un país lejano,
lo envuelve una
aureola de misterio.
Descansa en la
quietud del Monasterio.
Y a Guadalupe se
dirige ufano.
La ejecución de Vasco Núñez de Balboa
De Vasco Núñez
de Balboa, el valiente,
cuentan que
cuando fue decapitado
su cuerpo
horriblemente mutilado
fue expuesto en
una estaca ante su gente
y que una
esclava, que se halló presente,
mirando al
horizonte amoratado,
vio cómo desde
un cerro agigantado
aquel cuerpo se
alzó resplandeciente.
Leoncico, el
perro fiel, se estremecía.
Y cuando por el
cielo anochecía
Anayansi, la
esclava, vio la Cruz.
Eran dos brazos
que se desplegaban
y, antorchas del
ocaso, señalaban
el Atlántico Mar
y el Mar del Sur.
La muerte de Francisco Pizarro
No pudo
defenderse. Un brusco ruido
apenas le
previno la emboscada.
Lo hirió la
desventura de una espada.
Y en el suelo
cayó anciano y vencido.
En ese instante
en que sintió la helada
mordedura del
hierro enfurecido
su pasado, de
púrpura teñido,
se le agolpó en
la mente iluminada.
En vano se
esforzó en incorporarse.
Vio a Almagro.
Vio el campo victorioso
de Cajamarca. Y
vio el rostro borroso
de Atahualpa. No
pudo santiguarse.
Con tinta de su
sangre derramada
la Cruz dejó en
el suelo dibujada.
Alonso de Ercilla
¡Cómo expresar
mi asombro la mañana
en que llegué a
las chozas del Arauco!
Yo había servido
a nuestro Emperador.
De Madrid a
Milán, Bruselas, Munich…
¡cuántas
jornadas de capa y espada!
No me cegó el
encanto de la Corte.
Con don Andrés
Hurtado de Mendoza
pasé a Las
Indias. Su hijo don García
me llevó a las
regiones del Arauco
que describí en
octavas memorables.
Sobre mi cuello,
en cuántas ocasiones,
sentí el frío
resuello de las lanzas.
Junto a
Valdivia, Aguirre y sus secuaces
me vi en las
trágicas escaramuzas
de Lagunillas,
Quiapo y Millaraue.
Por mi pendencia
con Juan de Pineda
fui condenado a
muerte y perdonado.
En Perú el
deshonor fue mi destierro.
Hasta que pude
al fin volver a España.
¡Qué injusto fue
conmigo mi destino!
Yo me empleé con
español coraje.
Por donde fui,
poeta y caballero,
no di tregua a
la pluma ni a la espada.
Entregado al
oficio de los versos,
Doña María de
Bazán, mi esposa,
fue la paz que
mi espíritu exigía.
La muerte me
llegó triste y cansada.
Olvidado de
todos, en Ocaña
reposo en la
quietud de un monasterio.
Pero sé que no
he muerto para siempre.
Aún se estremece
mi fatal ceniza,
cuando recuerdo
la inmortal mañana
en que llegué a
las chozas del Arauco.
Tronco en los
hombros, se alzaba el titán.
Ya por los Andes
descendía la aurora.
Enhiesta en un
paisaje indescriptible
se recortaba su
feroz figura.
El Toqui.... Sí.
Yo vi a Caupolicán.
La muerte de
Cristóbal Colón
Noche lenta de
mayo. Sobre Valladolid
cunde la lluvia
terca de cada primavera
que hace más
melancólico el trance de la espera.
El marino se
apresta a la suprema lid.
Mustios en la
penumbra de un candil macilento,
unos frailes
murmuran el latín de rigor.
Y el marino, que
siente que ha llegado el momento,
se dispone en el
lecho al último estertor.
De pronto oye un
estruendo de olas y de velas,
como un rugir de
jarcias de viejas carabelas...
¡Es el mar!
¡Tierra! ¡Tierra! ¡Antillas y El Caribe!
¡Aquí, sueños de
gloria! ¡Aquí, mi Nuevo Mundo!
¿Venís a
despedir al viejo vagabundo?
No os aflijáis.
Me voy adonde el alma vive...
¡Adiós, Ruta del
Oro! ¡Adiós, vieja Castilla!
Ya vislumbro
radiante la luz de la Otra Orilla.
La muerte de
San Francisco Xavier
Una playa en
Sancián, frente a la vieja China.
Una choza de
troncos en la playa desierta.
Una frazada de
hojas y de ramas, cubierta
por una pobre
manta. Una luz mortecina.
La fiebre que no
cesa, La fiebre que camina
por los pulsos
de sangre hasta dejarla yerta.
Es la muerte que
viene como una ola abierta,
se cierne sobre
el mar y todo lo domina.
Así murió
Xavier. Sobre un tosco madero
quedó anclada su
vida de ardiente misionero.
El rostro
reflejaba una plácida calma.
Alguien soñó que
un claro rompimiento de cielo
vino a colmar el
rapto de su divino anhelo.
Dios enviaba un
ángel a recoger su alma.
El Virrey don Francisco de Toledo
Era sobrio y
escueto, puro asceta
forjado en el
erial del Arañuelo.
Tenía algo de
oráculo y profeta.
Dios y la
Hispanidad fue su señuelo.
Célibe como un
monje en su clausura
cultivó con
escrúpulo la honesta
virtud que a
todos era manifiesta.
Ello dio
autoridad a su andadura.
Tres principios
rigieron su actuación:
la justicia, el
honor, la religión.
Impávido,
inflexible, decidido
en el arduo
ejercicio de la ley,
de negro siempre
hasta los pies vestido,
fue la perfecta
imagen de Virrey.
domingo, 21 de febrero de 2016
El libro
He soñado la historia de Castilla,
los mares, las batallas, los destierros,
el hambre, el odio, los crueles hierros
de la cárcel, el hampa de Sevilla,
las sagas del honor, el caballero,
la espada, la infeliz cabalgadura,
los mesones, la dama, el escudero,
Amadís, Lanzarote, la Locura,
la viciada retórica, el lenguaje,
las encantadas hierbas prodigiosas,
los filtros soñolientos, el brebaje
que cocinan las hadas sigilosas...
Algo me falta. He de soñar el hombre
que me sueñe. Cervantes sea su nombre.
El hidalgo
Cuentan que Alonso, hidalgo harto
discreto,
laborioso y pacífico vivía
afrontando el afán de cada día
en su lugar humilde y recoleto.
Sucedió que a deshoras y en secreto
dio en leer libros de Caballería
y le invadió una atroz melancolía
perdiendo al cabo el juicio por completo.
Se creyó don Quijote de la Mancha
y lanza en ristre se arrojó a la ancha
llanura con estrépito y quebranto.
Otros piensan que es fábula y que antes
su verdadero nombre fue Cervantes,
gloria de España, héroe de Lepanto...
Miguel o Alonso, Saavedra o Quijano...
Su historia es el espejo de lo humano.
El molino
Desde que de los labios de mi abuelo
oí por vez primera la aventura,
no se va de mi mente la figura
del gigante que brama contra el cielo.
En él rugen las jarcias de Lepanto,
las pesadas mazmorras, las cadenas,
el solitario mar y las arenas,
la humillación, el hambre y el espanto.
Sé que es sólo una máscara, pero algo
(Amadís, Esplandián o las barbadas
brujas que perseguían al hidalgo)
acecha entre las aspas desdentadas.
Alguien, al otro lado del camino,
sigue soñando el sueño del molino.
El alcaná de Toledo
Nadie lo vio pasar. Era una errante
sombra en las callejuelas de Toledo.
No vestía el coraje ya ni el miedo
del soldado que irrumpe desafiante.
Embozado en sus éticos andrajos,
silencioso y distante, el caballero
con aspecto enigmático y severo
hurgaba en cartapacios y legajos.
Algo en unos raídos anaqueles
le llamó la atención. Con retraimiento
compró al peso los míseros papeles.
Luego, en la soledad de su aposento,
vio con horror que aquel texto aljamiado
era la historia que él había soñado.
El cautivo
Lo vieron acercarse lentamente.
Vestía a lo morisco unos calzones
y una casaca azul, hecha jirones.
Se les quedó mirando frente a frente.
Luego habló de Goleta y de Lepanto,
de Uchalí, del asalto a la galera,
de Argel y las cadenas, del espanto
de morir solo en cárcel extranjera.
Habló del Turco y su infernal mazmorra,
del despiadado remo, de los mares
que nutren esperanzas militares
y del destino aciago que las borra.
Como si fuera un ser imaginario,
vana creación de la literatura,
o prófugo poeta visionario,
volvió las riendas hacia la llanura.
Le abrazó don Quijote como hermano.
Y observó que era manco de una mano.
La cueva de Montesinos
Aquí el sueño de Dante y Odiseo.
Aquí la Boca mágica que ensancha
la sapiencial penumbra del Leteo
y la mitología de La Mancha.
Aquí en encrucijada de caminos,
donde el paisaje arisco se encabrita,
el palacio fantástico que habita
el venerable y cano Montesinos.
Aquí en pórfido invicto y alabastro
el espectro del bravo Durandarte,
que guarda el tiempo cruel en el catastro
de las leyendas del amor y el arte.
Aquí donde no brillan las estrellas
ni llega el vil rumor de los humanos
Belerma y su cortejo de doncellas
llevan su corazón entre las manos.
Aquí reina inmortal Merlín el Mago.
Aquí el triste Guadiana, su escudero,
convertido en un río duradero,
camina oculto por su reino aciago.
Aquí, llorosa y fiel, doña Ruidera
se deshace en querellas importunas
junto a sus hijas en fatal espera,
convertidas en líquidas lagunas.
Aquí en torpe sayal de labradora,
encantada su especie fugitiva,
la simpar Dulcinea, mi señora,
en cárcel de cristal yace cautiva...
Aquí la prez de la literatura.
Aquí el Aleph borgiano y la memoria,
razón y sinrazón de mi locura
y núcleo primordial de nuestra historia.
Don Quijote contempla
una vajilla de Talavera
Amigo Sancho, ¿ves nuestra andadura
en grabados de libros y en pinceles
de artista? No te asombres ni receles
si esa tu oronda y rústica figura
y esta flaqueza extrema, que es la mía,
ves dibujada en una vil cazuela
o en un plato de borde castañuela.
Es una antigua y mítica porfía.
Sábete que Merlín el hechicero,
Micomicona y todo su cotarro
han embrujado el óxido y el barro.
Somos el sueño audaz de un Alfarero.
Como el hombre mortal, somos un juego,
la magia de color que funde el Fuego.
La tristeza de Enrique Heine
Yo de niño leí por vez primera
las tristes aventuras que afrontaba
el buen hidalgo, y me desconsolaba
su sensación de historia verdadera.
En mis noches lloraba. Era terrible
imaginarle andar por los caminos
confundiendo gigantes con molinos.
Su derrota en mi alma era insufrible.
Y luego el deshonor. Vapuleado,
conducido en la jaula como un loco...
Así me fui sintiendo poco a poco
en su befa y ridículo implicado.
Desde entonces ya siempre fue mi vida
una íntima tristeza dolorida.
Gustavo Doré y El Quijote
¡Qué ciego fui! Un vértigo en mi entraña
me hizo indagar por plazas y rincones,
por ventas, descampados y mesones,
impresiones e imágenes de España.
Quise forjar la insólita figura
de aquel hidalgo amojamado y seco,
mitad filósofo, mitad muñeco,
en quien cifró Cervantes la Locura.
Y aquí está frente a mí tras tantos años,
tras tantos pesarosos desengaños,
viejo y fatal, fantástico y humano.
No es imaginación ni vil reflejo.
Me mira desde el fondo del espejo.
Tiene los rasgos que trazó mi mano.
La ruta de don Quijote
En el decurso de la historia amable
del hidalgo que lee y enloquece
un símbolo perenne resplandece,
el camino que sigue imperturbable.
En el fondo Quijote es sólo el nombre
de un ensueño de magia y aventura.
Quijote somos tú, yo y cualquier hombre
que vivimos el don de la Locura.
También en nuestra ruta hay pendencieros
malsines que entorpecen nuestros pasos,
trasgos, filtros, tropiezos y fracasos
que traman invisibles hechiceros.
Una estrella nos guía en la tarea:
el amor ideal de Dulcinea.
La sombra
El libro es una crónica de sueños.
En páginas de niebla nos asombra
la vana peripecia de una sombra:
seres que de sí mismos no son dueños.
Dios-autor sueña que Cervantes sueña
la labranza y los libros de Quijano
y éste sueña un hidalgo loco y vano
que es don Quijote. El libro lo reseña.
¿Quién es, pues, el autor falaz que
enreda,
arduo ejercicio de literatura,
la palabra, la acción y la figura?
Sueño son Cide Hamete, Avellaneda,
el cura, el Bachiller, Sancho y el ama...
¿Qué dios detrás de Dios urde la trama?
LA POESÍA INTELECTUAL DE JOSÉ MARÍA GÓMEZ. Primera Etapa.
Isabel Gómez Sobrino Doctor en Filología Hispánica.
Profesora
en la Universidad de Johnson City (Thennesee)
INTRODUCCIÓN:
El autor:
José María Gómez Gómez nace en Parrillas (Toledo) el 16 de marzo
de 1951. Pasó su infancia en este pequeño pueblo hasta la edad de once años,
momento en el que ingresa en el seminario de Toledo. Es aquí comienza su
acercamiento al latín y los clásicos, influencia que veremos a lo largo de su
trayectoria poética. Su padre, Julián y su madre Pilar son personas humildes
que tendrán que trabajar duro para poder darles una educación a sus hijos
(tiene tres hermanos). Por ello, su padre emigra a Alemania donde permanecerá
nueve años. Este hecho marca una época de nuestro poeta, como veremos en
algunos de sus poemas.
Su estancia en Toledo influirá decisivamente en José María como
observaremos en varios de sus versos o en poemas dedicados a esta ciudad.
También estudia dos años en el Seminario Pontificio de Comillas (Santander)
donde descubre su vocación literaria y afición a la poesía de la mano de su
profesor de Literatura Emilio del Río S.I.
Deja el Seminario para estudiar Filosofía y Letras en
la Universidad Complutense, los dos cursos comunes en el Centro Universitario
de Toledo y los tres de especialidad en Filología Hispánica en Madrid..
Se casa en 1977, con Concepción, la mujer que
inspirará algún poema dentro de su trayectoria como poeta. Este mismo año se
instala en Talavera de la Reina, donde ejercerá como profesor de Instituto y en
la UNED. Más tarde conseguirá la Cátedra de Lengua Española y Literatura.
Preocupado por la ciudad en la que vive, conocida como
“la ciudad de la cerámica”, trabajará desde su estancia en ella, estudiando y
publicando en la prensa local numerosos artículos sobre su arte, patrimonio,
artesanía, historia y cultura. Hasta el día de hoy lleva cerca de cuatrocientos
artículos publicados en el semanario “La Voz del Tajo”.
Su gusto por el folklore tradicional de su pueblo,
Parrillas, dirige, todavía actualmente, el grupo “Pastores de Parrillas”.
Pregonero de Ferias en Talavera en su VII Centenario y
en numeroso pueblos toledanos.
Miembro del
I.P.I.E.T. (Instituto Provincial de Investigación y Estudios Toledanos),
académico de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y
miembro de la Cofradía Internacional de Investigadores.
Actualmente vive
en Talavera, donde continúa su labor como poeta, historiador y salvaguardando
el folklore y cultura de su comarca.
Obra poética:
La obra poética publicada de José María Gómez no es
demasiado extensa aún, pero hay que tener en cuenta la parte que permanece
inédita. Esto corresponde a artículos en periódicos, que contienen poemas casi
siempre, romances, etc...
Publica su primer libro, El sueño apócrifo, en
1979. Más adelante, en 1984, publica Yegua de la noche (recibirá el
Premio Ciudad de Toledo por este libro de poemas) y en 1987, La máscara de oro (Accésit
del Premio Florián de Ocampo, de la diputación de Zamora). Estos son los
tres libros de poesía que publica en nuestro autor y que aparecerán junto a Los
recodos del laberinto en una antología con el mismo nombre en 1997.
Además de estos libros de poesía, tiene algunos en
prosa sobre temas de su ciudad más querida: Joselito el Gallo y Talavera de
la Reina, Personajes ilustres de Talavera de la Reina y Artesanía de
Castilla-La Mancha, escrita en colaboración con otros autores.
Su poética:
José María Gómez no se adhiere a ninguna escuela
actual, ya que como Jorge Luis Borges (poeta que influirá decisivamente en
nuestro poeta) define su poética como “intelectual”. Esto lo vemos en el lema
del libro en cuestión que se comentará en el siguiente punto:
Mi suerte es lo
que suele denominarse
poesía
intelectual. La palabra es casi un
oxímoron;
el intelecto (la vigilia) piensa
por
medio de abstracciones, la poesía (el
sueño),
por medio de imágenes, de mitos
o
de fábulas. La poesía intelectual debe
entretejer
gratamente esos dos procesos.
(Jorge
Luis Borges, prólogo de La cifra).
José María
Gómez considera que lo ha aprendido todo de “los libros y los sueños”. Estos
son sus maestros para él. Con el término “poesía intelectual” quiere transmitir
que su poesía es una combinación perfecta entre “inspiración y técnica
consciente”. Esto lo explica él mismo diciendo:
Para
mí la poesía tiene una raíz espiritual, intuitiva, es “esa cosa alada y
evanescente” de que hablaba Platón, pero al mismo tiempo un quehacer
intelectual, riguroso, consciente, sujeto a ciertas normas técnicas que, de un
modo general, hemos convenido en llamar figuras literarias, recursos o retórica
[Reflexiones sobre mi Poesía, 2005].
Como veremos, sus poesía tienen un trasfondo de
melancolía y escepticismo fruto del pensamiento existencial sobre los enigmas
del mundo.
Su obra, como él mismo ha declarado en alguna ocasión
y como resalta Abraham Madroñal en el prólogo de Los recodos del laberinto
(1977-1997), sigue el tópico horaciano prodesse y delectare
(sabiduría y deleite) complementado con la imitatio y variatio:
los clásicos consideran que los temas son eternos, lo que varía es la manera de
acercarse a ellos.
Esta línea poética, que comienza con El sueño
apócrifo, continúa a lo largo de los tres libros del poeta.
La fuentes fundamentales son los poetas clásicos
latinos y griegos como Horacio, Propercio, Virgilio; poetas clásicos españoles,
entre ellos, Quevedo; formas estróficas y temática tradicional que encuentran
su base en los romances; poetas ingleses como Yeats, Milton, Shakespeare;
Víctor Hugo dentro de los románticos franceses...
Su gran formación intelectual como filólogo, se une al
profundo conocimiento filosófico, desde Platón hasta Schopenhauer, que tiene el
poeta. De aquí surge ese existencialismo del que hablábamos antes y la idea de
un Soñador (¿Dios?) que lo “sueña” todo.
Pero es, sin duda, Jorge Luis Borges, el que más
trascendencia tiene en su poesía, tanto en los símbolos que utiliza como en la
métrica imperante a lo largo de los cuatro libros de poesía publicados.
El primero, como ya hemos dicho anteriormente, es El
sueño apócrifo. Aquí se plantea, como tema principal, “la idea de sentirse
puro objeto de un sueño que un Soñador ha forjado para su entretenimiento”,
como se observa en el poema “El Soñador”:
Yo os hice de
planetas y de días,
del entregado amor de las doncellas.
... Y soy
vosotros. Lo he soñado todo.
Y soy yo mismo y mi infinito
sueño
Esta idea del sueño, muy
tradicional, le sirve al poeta para expresar la irrealidad de la vida, la
apariencia ilusoria y casi fantástica que supone “vivir”.
Podemos establecer una agrupación temática dentro de
este libro que engloba ciertos poemas:
El primer grupo puede estar relacionado con
referencias personales que se intuyen desde el principio: sus padres y su casa
(“Emblemas”, “A mi padre”), su mujer (“Trofeo”), su primer hijo (“A mi hijo”).
Otro grupo incluye una cierta angustia existencial,
son los dedicados a cosas pasajeras o vanas que le inspiran en momentos
determinados, como “La papelera”, “El buey”, “El arado”. Encontramos poemas muy
profundos aquí, entre ellos “Los Muertos”, “La aurora”, “La nada”, “Lo
inalcanzable”... En alguno de estos poemas como “La papelera” se observa la
influencia de otros poetas talaveranos como Rafael Morales.
Otro tema que inicia en su primer libro es el elemento
platónico reflejado en poemas como “La rosa”, “Ión”.
Finalmente, merece la pena resaltar la serie de poemas
que dedica a poetas o personajes históricos importantes, como “Antonio
Machado”, “Safo”, “Jorge Luis Borges”, “Edgar Allan Poe”... En algunas ocasiones
los humaniza como en el caso de “Un soldado de Rocroi”.
El soneto inglés,
esto es, tres cuartetos (ABBA ó ABAB) y un pareado final (CC) impera en la casi
totalidad de sus poemas. Pero vemos ciertos sonetos petrarquistas en “Trofeo”,
por ejemplo, verso libre en “Emblemas”, epigramas como “El vino” o “El olvido”
(también de verso libre), verso blanco, versículos...
El lenguaje y
estilo se presentan de manera muy uniforme en todos los libros del poeta. Se
trata de un lenguaje culto en su mayoría, con la aparición de palabras
relacionadas con el entorno rural: arado, buey, troje, dedil, yugo,
sementera... El influjo borgiano se ve en el léxico también: sueño, laberinto,
espejo, rosa, tigre...
El estilo es
nominal y conciso, sin recargamientos retóricos en general. Abunda el uso de la
metáfora, el oxímoron, la hipálage, los encabalgamientos... En definitiva, una
poesía con un estilo fruto de la reflexión profunda de los temas que trata
unida a ese pesimismo y escepticismo existencial que comentábamos antes.
La máscara de oro,
constituye el tercer libro del poeta (Yegua de la noche se explica en el
siguiente punto). Continúa la misma línea temática iniciada en el primero, el
existencialismo, la preocupación del hombre ahora “como generador de destrucción,
a pesar de ser una creación divina”. En palabras del propio poeta:
La máscara dura
más que el verdadero rostro... Tal vez sea este el destino humano: de nosotros
perdurarán máscaras o apariencias pero no la verdad de nuestro ser... Ahora
bien, ¿acaso nuestro ser es otra cosa que una sucesión de máscaras?” [Reflexiones sobre mi poesía, 2005:
p. 2]
Esta idea se
observa en algunos de los versos más representativos de este libro:
Yo, al cabo,
confundido y abrumado
por tantas minuciosas teorías,
me desangro entre máscaras vacías
y no sé si algún día, liberado
del tiempo especular y de su avara
devastación, veré por fin mi cara.
(“Máscaras”)
Al igual que en el libro anterior, señalaré ciertos
núcleos temáticos que me ha parecido relevantes en este libro.
El primero que observamos es la búsqueda de la verdad
de la existencia del poeta y en su extensión de todo hombre. Poemas en los que
aparece este tema son “El hombre”, “The nothing I am”.
El irremediable paso del tiempo constituye otro núcleo
importante que agrupa poemas como “La eternidad”, “El tiempo”...
El tema de la muerte agobia al poeta en poemas como
“La náusea”, “El final” o “El otro”.
Símbolos como el espejo, el laberinto, la máscara, la
gacela, componen un conjunto de material poético que se va reciclando desde el
inicio de su trabajo y a la vez van apareciendo otros nuevos. Observamos cómo
la simbología de Borges le sirve a nuestro poeta como base de inspiración
fundamental.
En lo que se refiere al lenguaje y al estilo, mantiene
la dinámica nominal en algunos casos y el léxico culto que le caracteriza. En el siguiente punto de este trabajo se
realizará un estudio más pormenorizado sobre este tema.
La métrica de La máscara de oro se basa,
fundamentalmente en sonetos a la manera inglesa y el verso libre. Aparece algún
poema con versos eneasílabos como “El final”.
El cuarto libro que publica es el de Los recodos
del laberinto, donde aparecen publicados todos los libros de poemas y uno
inédito hasta ese momento. La parte inédita que aparece se llama Los recodos
del laberinto.
El último poema de Yegua de la noche,
“Asterión”, nos deja ver una esperanza en la vida de José María Gómez Gómez, a
pesar de la visión tan negativa que observamos en toda su obra. El poeta asume
que nuestra vida es un laberinto y no quiere salir de él, menos para quedarse
en otro. Se propone a él mismo quedarse allí y disfrutar de lo que más le
gusta, la literatura, a la que ve como
un “juego”.
Traigo este poema aquí, porque parece que lo que hace
el poeta en Los recodos del laberinto es esto mismo. Está en el
laberinto, que es su vida, lo observa y disfruta de él. Me atrevo a decir esto
a pesar de que en 1987 publicó La máscara de oro, libro posterior a Yegua
de la noche y en la línea pesimista del anterior.
Pero me resulta muy clara esta relación que he
observado entre el poema “Asterión” y el cambio que da en Los recodos del
laberinto.
En este último libro de pomas, de 1977, vemos cómo el
poeta se recrea en la cultura toledana, en la ciudad de Talavera de la Reina,
etc..
El primer poema, puede servirnos de resumen para saber
lo importante para él, su nostalgia y el paso del tiempo que tanto le
atormenta, “Adolescencia”:
¡Qué necesarias
fueron estas cosas,
las cartas de mi padre, sus postales
de Marklauten, las manos maternales
y el olor a paredes herrumbrosas,
para forjar la luz de mi universo
y alcanzar el instante de este
verso!
Este poema sigue un poco en la
línea temática de los libros anteriores, la importancia que tienen para José
María Gómez el detalle de las pequeñas cosas para conseguir la plenitud de la
vida.
En el resto de poemas se observa
una línea temática muy clara, que ya hemos señalado al empezar a hablar de este
libro. La recreación de parajes, personajes y monumentos muy relacionados con la
vida y cultura toledanas. En poemas como “Génesis”, vemos que Toledo lo es todo
para él:
Y fue Toledo
espasmo, catarsis, paroxismo,
roja lava rugiente, cráteres
circulares,
la tierra, el agua, el aire, el
fuego, el fuego, el fuego.
A pesar de estar en los recodos
de su laberinto “jugando”, no puede evitar que de pronto sienta el
existencialismo pesimista que tanto le ha atormentado en sus tres libros
anteriores. En algún verso reaparece:
¡Qué triste
suerte la del ser humano!
Aquí, en la eternidad en que me
afano,
me acucia un insaciable desvarío!
(Memorial del
amor y del tormento)
El tiempo enseña que es vano mi
empeño,
que soy sombra y el arte sólo un
sueño,
un ilusorio fuego y sus despojos.
(El entierro
del Conde Orgaz)
Es muy significativo el último
poema, con el que termina su libro, “Talavera de la Reina”, donde se observa la
importancia que tiene esta ciudad en José María Gómez:
Estás en mí, en mi más focal
recinto,
en los recodos de mi laberinto.
La métrica de este último libro no innova, se mantiene
en la línea del soneto inglés aunque también ensaya el petrarquista en
“Memorial del amor y del tormento” y el verso libre.
El lenguaje y el estilo se mantienen el esteticismo
culto del poeta, utilizando vocablos muy bien buscados y la frase nominal, con
abundancia de anáforas.
- Análisis de Yegua de la
noche.
Tengo que decir, que a la hora de elegir el libro
sobre el que quería trabajar más a fondo, pude elegir cualquiera de los cuatro
que se encuentran en la antología de Los recodos del laberinto. Pero me
llamó mucho la atención el título del libro, y quizás fue eso lo que más me
sedujo de la obra de José María Gómez Gómez.
Yegua de la noche “es
traducción literal del término inglés “nightmare”, cuya acepción usual es
“pesadilla”. Esto es lo primero con lo que nos encontramos en este libro, esto
es, la aclaración que da el propio poeta sobre este término. Después de leer
todo el libro en profundidad, he observado que en cada uno de los poemas,
independientemente del tema concreto, subyace el tema de la pesadilla. Se trata
de una pesadilla que le atormenta y tiene distintas manifestaciones, ya sea
como sueño, laberinto, máscara... Esto se tratará de manera detallada en el
análisis del contenido.
La definición de su poesía nos la da el primer lema
del libro, cogido del prólogo de La cifra, libro de Jorge Luis Borges.
“Mi suerte es lo
que suele denominarse
poesía intelectual. La palabra es casi un
oxímoron; el intelecto (la vigilia) piensa
por medio de abstracciones, la poesía (el
sueño), por medio de imágenes, de mitos
o de fábulas. La poesía intelectual debe
entretejer gratamente esos dos procesos”
Con esta
cita de Borges, el poeta nos quiere transmitir que su poesía no es abstracta
sino fruto de la reflexión, esto es, la unión del intelecto con la poesía. Ya
veremos que se trata de una poesía profunda y muy filosófica.
Otra cita
importante que aparece en la primera página del libro, es una de Cicerón. Esto
nos podría hacer pensar que la poesía de José María Gómez pudiera ser retórica,
pero no es así. Ya lo iremos viendo. Pues bien, la cita es la siguiente:
Non interpretum fungimur munere, sed
tuemur
ea quae dicta sunt ab iis quos pro-
bamus eisque nostrum iudicum
et nostrum
scribendi ordinem adiungimus.
(Cicerón,
“De finibus”, 1,2,6)
A través de este lema, el poeta nos expresa su propia
visión de la poesía, como Cicerón, considera que no somos intérpretes de la
cultura sino que lo que dicen los autores que respetamos, lo hacemos nuestro
añadiendo nuestro pensamiento y nuestra manera de escribir.
Hay que resaltar algunos de los títulos de los poemas
de Yegua de la noche que está tomados de otros poetas: “De la esencial
heterogeneidad del ser”, título de un ensayo filosófico de Antonio Machado;
“Tlón”, cuento de Borges; “Miser
Eugenius”, manera de nombrarse que tenía este poeta toledano que escribía en
latín; el título de “The watry maze” tomado de Matthew Arnold, poeta inglés
representante de los valores victorianos intelectuales y gran crítico
literario.
Encontramos, dentro de algunos poemas, versos tomados
de sus poetas predilectos, como en “Dante Gabriel Rosetti” donde hay retazos de
este poeta “No more”, “Too late”, “Farewell” y de Petrarca “Nel laberito
intrai, né veggio ond’esca”. Por último en el poema dedicado a Dante “Una
metáfora de Dante”, utiliza la figura de la “eterna margarita” para crear el
poema.
El libro no está divido en partes, pero se puede hacer
una división temática que no coincide con el orden de aparición de la obra.
La primera división coincide con el título del primer
poema “Yegua de la noche”. Del contenido se extrae la concepción una vida
amenazada por una gran pesadilla. En relación con este tema están los
siguientes poemas:
“Yegua de la noche”:
Me
busca en los rincones de mi alcoba,
suena en la
soledad de mi escritorio
este aciago
cuadrúpedo notorio,
esta tumultuosa
y terca loba.
“Sueño”:
En
la cíclica noche se han cerrado
mis párpados. ¿Quién puede asegurarme
que
volveré mañana a despertarme?
“A un verso en un sueño”:
Detrás del ser el Ser que no se nombra.
/ ... /
Nunca vinieras a este mundo
aciago.
Dentro
del concepto de pesadilla, hay que tratar el laberinto, que aparece en algunos
poemas como “Tlón”, “El castillo”, “Asterión”, “Zeus”...
No está. No te atormentes. Sólo existe
el laberinto inútil que ya viste.
“El castillo”
Conozco
las señales y los hitos
que yo mismo disloco cada tarde.
¿Y
para qué salir de este recinto
y
enredarme en el otro laberinto?
“Asterión”.
He
sido el pecador. Hoy me arrepiento.
/.../
pugnaba
por salir de mi recinto
y
enredarse en el ciego laberinto
de
los astros, los días y la guerra.
“Zeus”
El segundo grupo temático que aparece
aquí es el que contiene poemas que responden al concepto propio de poesía de
José María Gómez:
“El
quehacer”: concibe la poesía como un quehacer, algo que hará después de la
muerte incluso.
Seguiré repitiendo el laborioso
símbolo y el epíteto preciso.
He de expresar con rima insospechada
vacías variaciones de otra Nada.
“Lectura de Shakespeare”:
Yo, solo, en la quietud de mi escritorio,
me siento torpe, mínimo, irrisorio.
El tercer grupo que aparece,
temáticamente hablando, lo constituye un conjunto de poemas que contienen
símbolos a partir de animales. Aparece un trasfondo en el que se deja ver la
muerte en última instancia:
“La
hormiga”:
Su eterna caravana laboriosa
mis carnes morderá y toda otra cosa.
“La
hiena”:
Infatigable, hambrienta, traicionera,
acecha e mi alma la infinita fiera.
El cuarto grupo se
compone de poemas dedicados al hombre como ser pesimista y terrible. También se
puede relacionar este tema con la moral que aparece en algunos poemas:
“Anagnórisis”:
el hombre que da muerte a su hermano, ve la destrucción y las guerras futuras
como si ya hubieran pasado. Es el principio del mal.
No había empezado (era el primer suceso
de la trama) y ya vi toda la historia.
“La
bestia”: se describe la creación del hombre al que define como bestia.
El Que Es La Voz pronuncia los secretos
oráculos: “Nunca verás mi cara”.
Y la bestia camina por el mundo.
La
visión moral de poeta se lee en poemas como “Mi infierno”, “Mi gloria”, “El
Arquetipo” o “Zeus”:
No he muerto, como Cristo, en un madero.
No conduje a mi pueblo en el desierto.
/.../
No hablé a los pájaros como Francisco
No merezco el honor sino el olvido
Que en la nada perezca lo que he sido.
“Mi infierno”.
La
plegaria indecisa. El gregoriano.
Florilegios y espadas traducidas.
La noche de lecturas repetidas.
El primer verso, torpe e inhumano.
“Mi gloria”.
Es el
reverso aciago del Eterno.
Es nuestro perseguido estereotipo.
El espectro incesante. El Arquetipo.
“El Arquetipo”.
He
sido el pecador. Hoy me arrepiento.
Yo os entregué a la nada y al pecado.
Merezco vuestro insulto despiadado.
“Zeus”.
El quinto y último grupo
está dedicado a lecturas de los autores favoritos de José María Gómez, de las
que vemos influencias claras en su poesía: “Lectura de Shakespeare”, “David
Hume de Edimburgo”, “Una metáfora de Dante”, “Algernon Charles Swinburne”,
“Rembrandt”, “Unamuno”, “El enigma de Pitágoras”, “Skerrivore”, “Arthur
Shopenhauer”, “Dante Gabriel Rossetti”.
La métrica de José María
Gómez llama la atención por el uso del soneto inglés en su mayoría en este
libro, excepto uno, “Unamuno” de clásica métrica petrarquista al estilo
italiano.
La totalidad de sus
poemas en Yegua de la noche son sonetos al estilo inglés (que tienen
como máximo representante a Shakespeare y usados en el siglo XX por Jorge Luis
Borges), esto es, tres cuartetos y un pareado final (ABBACDDCEFFEGG), con rima
consonante y versos endecasílabos. Algunas ocasiones cambia la rima y hace
ABABCDDCEFFEGG, haciendo un servetesio en la primera estrofa. Es curioso el uso
de esta métrica, pero no es raro en José María Gómez porque teniendo en cuenta
que dos de sus autores predilectos, Jorge Luis Borges y Shakespeare los usan,
es fácil encontrarlos en su poesía.
El
contenido temático de la obra de José María Gómez se reduce básicamente a los
símbolos que hemos señalado más arriba y que explicamos más detalladamente a continuación.
Los
símbolos de los que se sirve en los poemas de Yegua de la noche son: el
sueño, el laberinto y la pesadilla.
El sueño tiene una larguísima tradición en la
literatura universal. En la poesía de José María Gómez puede significar la
muerte, la poesía y Dios. La idea fundamental de este símbolo es transmitir la
irrealidad de la vida. Poemas como “Sueño” (muerte o sueño), “Anagnórisis”
(muerte), “El Quehacer” (poesía y muerte), “A un verso en un sueño” (poesía),
“Zeus” (Dios).
El
laberinto, símbolo muy usado en Yegua de la noche se puede explicar con
la siguiente referencia:
El laberinto se convierte, desde el punto de vista tradicional, en
imagen de un caos ordenado por la inteligencia humana, de un desorden aparente
y voluntario que tiene su propia clave. [Rodríguez, 1973: p. 100].
Poemas como
“Zeus” (creación de un dios aburrido), “The watry maze” (el mar como
laberinto), “Asterión” (el laberinto concebido como un juego), son muy
significativos en este sentido.
La
pesadilla (tema fundamental del libro) constituye el tercer símbolo que hemos
señalado. Además, todo se reduce a una pesadilla, tanto el sueño como el
laberinto. Este tema es recurrente en Yegua de la noche:
Me busca en los
rincones de mi alcoba,
suena en la soledad de mi escritorio
este aciago cuadrúpedo notorio,
esta tumultuosa y terca loba.
“Yegua
de la noche”
¿De qué te han de servir las bibliotecas,
las minuciosas lunas enlazadas,
el alma de Virgilio y las contadas
sílabas de las muchas noches huecas,
cuando estalle por fin en tu camino
el hongo, el huracán, el torbellino?
“La amenaza”
¿Persistirá este insomnio y esta mustia
tarea que entretiene a los mortales,
la trama de los átomos fatales,
la constante maraña de la angustia?
...
Está en nosotros. Es nuestra semilla
La atroz y delirante pesadilla.
“La pesadilla”.
La muerte,
la vida, en definitiva... hay muchas cosas que para nuestro poeta representan
una pesadilla en un determinado momento de su creación poética. Pero, a pesar
del pesimismo que esto supone, el final del libro “Asterión”, representa la
superación del laberinto “jugando” dentro de él sin más, sin preocuparse por
entenderlo o no. El poeta se declara “feliz” después de todo.
Las últimas
líneas de este apartado están dedicadas al estilo y lenguaje de Yegua de la
noche. Utiliza un lenguaje culto en la totalidad de sus poemas, desde el
léxico hasta referencias mitológicas de todo tipo. Vocablos como anagnórisis,
gnoseología, arquetipo, hybris... y mitos como el de Perseo, Asterión,
Prometeo... reflejan un gran conocimiento de los clásicos. Sus versos trazan un
estilo conciso, intelectual y en algunos poemas nominal. Esta última
característica la vemos en “Fantasmas”, “Mi infierno”, “Date Gabriel Rossetti”.
Entre las figuras literarias más importantes observamos: la enumeración: “La
plegaria indecisa El gregoriano./ Florilegios y espadas traducidas” (“Mi
gloria”), la hipálage: “El café pensativo” (“Fantasmas”), la metáfora: “esta
tumultuosa y terca loba” refiriéndose a la pesadilla (“Yegua de la noche), el
oxímoron, la aliteración..., hipérbaton:
“cómo acudía con exceso a mi pluma el dolor lluviosamente”.
Poeta
intelectual, en definitiva, es lo que debe quedar, unido a un interés especial
por el uso de cultismos, pero sin carga culturalista, es decir, no hay un
recargamiento ni adorno en el uso de referencias clásicas, sino el resultado de
una profunda reflexión basada en el conocimiento del latín, los clásicos,
poetas ingleses y españoles de todos los tiempos.
3. Análisis de un poema.
ASTERIÓN
Soy feliz. Es espuria la leyenda
según la cual un dios enemistado
me castiga. Yo he mismo he fabricado
la calígine cóncava y tremenda,
la noche de los muros infinitos,
los catorce recodos, escansiones,
encrucijadas y bifurcaciones.
Conozco las señales y los hitos
Que yo mismo disloco cada tarde.
¿Y para qué salir de este recinto
y enredarme en otro laberinto?
No importa que me tachen de cobarde.
Los dioses se plegaron a mi ruego.
Sí. Soy feliz. El sótano es mi juego.
El poema que voy a analizar es “Asterión”, el último
que aparece en el libro Yegua de la noche. El mito que envuelve a este
personaje nos cuenta que el rey Minos pide a Poseidón un toro para exhibirlo y
para demostrar el favor de los dioses. Al rey de Creta, Minos, se le olvida
sacrificarlo en honor del dios. Poseidón le castiga haciendo que Pasiphae,
esposa del rey, se enamore del toro. Dédalo construye una vaca de madera desde
la que espera Pasiphae la embestida del toro. Así nace Asterión, quien vivirá
oculto en un laberinto que edifica Dédalo también. Teseo mata al Minotauro
ayudado por Ariadna.
Jorge Luis Borges escribe un cuento, llamado “La casa
de Asterión”. Borges crea unas imágenes que utiliza José María Gómez en su
poema, que se analizarán más adelante. Lo más característico es el final del
cuento, cuyo sentido entra en relación directamente con el tema del poema:
El sol de la
mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de
sangre.
-
¿Lo creerás, Ariadna? –dijo Teseo-. El minotauro apenas
se defendió.
El poeta habla como si fuera
Asterión, se pone en su lugar y cuenta su propio sentimiento acerca del
laberinto desde la visión del minotauro. Sabemos que no es Asterión, pero el
poeta imagina lo que sentiría según el texto de Borges en “La casa de
Asterión”. Se puede decir que está compuesto de una forma lírica, ya que
expresa sentimientos muy íntimos, personales del poeta.
Se trata de un soneto inglés. Ya hemos explicado
anteriormente la estructura de esta forma estrófica, tres cuartetos y un
pareado final. La rima es ABBACDDCEFFEGG, en versos endecasílabos que riman en
consonante.
Hay que destacar el gusto por el encabalgamiento,
figura que nos va precipitando a lo largo de la lectura. Aparece entre los
versos 1, 2 y 3, y más adelante, entre los versos 10 y 11.
Pasamos ahora a analizar la parte expresiva del poema.
Ya hemos comentado el gusto por el estilo nominal de José María Gómez. Esto
significa que hay gran cantidad de sustantivo acompañados por adjetivos
(vv.3,4,5,6) donde no aparece ningún verbo. Los sustantivos sirven, en la
mayoría de las ocasiones, para establecer enumeraciones (“los catorce recodos,
escansiones, / encrucijadas y bifurcaciones). En la primera parte del poema, desde el verso 4 hasta el 7 hay,
por tanto, elipsis verbal. Desde el verso 8 hasta el final aparecen verbos
(“conozco”, “disloco”, “salir”, “enredarme”, “tachen”, “plegaron”, “soy”,
“es”). Hay que destacar los adjetivos que aparecen en este soneto
(“feliz”“espuria”, “enemistado”, “cóncava y tremenda”, “infinitos”).
El campo semántico de los sustantivos está
relacionado, por un lado, con el cuento de Borges: “muros”, “recodos”,
“encrucijadas”, “bifurcaciones”, “escansiones”, “señales”, “hitos”, “recinto”,
“laberinto”; también aparecen otros relacionados con el mito: “laberinto”,
“dios”... En conclusión, todos los términos usados, son elementos relacionados
con el laberinto o sinónimos de esta palabra.
En cuanto a los tipos oracionales, las afirmativas
abundan: “soy feliz”(v.1), “Es espuria”. “Conozco las señales”, hay una
negativa en el verso 12 “No importa que me tachen de cobarde”; y otra
interrogativa en los versos 10 y 11 “¿Y para qué salir de este recinto / y
enredarme en otro laberinto?”.
Las figuras estilísticas correspondientes con el nivel
morfosintáctico que aparecen en el poema son la enumeración y elipsis verbal en
los versos 4, 5, 6 y 7:
la calígine
cóncava y tremenda,
la noche de los muros infinitos,
los catorce recodos, escansiones,
encrucijadas y bifurcaciones.
Aparece una anáfora (vv. 1 y 14 “soy feliz”), el
paralelismo (“mi ruego”/ “mi juego”).
En el nivel léxico-semántico hay que destacar dos
palabras clave en el poema y en la poesía en general de Yegua de la noche,
“laberinto” y “recinto”, ya que todo el léxico va a girar en torno a estas dos
palabras (tratadas como sinónimas) en el poema.
Alguna metáfora como “la noche de los muros infinitos” (v. 5), una
hipérbole como “muros infinitos” (v. 5)...
El poema gira en
torno al laberinto de Asterión, por lo que el poeta utiliza sinónimos de este
término, como “recinto”, “sótano”, aunque no signifiquen lo mismo.
En el último
nivel hay que destacar el carácter expresivo y la cadencia general del poema,
que no se resuelve hasta el final. Se hace una pregunta en el último cuarteto y
los dos últimos versos sirven de resolución final.
¿Y para qué
salir de este recinto
y enredarme en el otro laberinto?
No me importa que me tachen de cobarde.
Los dioses se
plegaron a mi ruego.
Sí. Soy feliz. El sótano es mi juego.
Para terminar con el análisis del poema, hay que decir que este
tema es muy usado por el poeta, el símbolo del laberinto. Pero este poema es el
único en el que la idea de una vida en la que todo se reduce a un laberinto no
le angustia. La filosofía pesimista cambia aquí. Incluso admite que quiere
vivir así, que no quiere salir de “este recinto”, y mucho menos “enredarme en
otro laberinto”. El laberinto es símbolo, tema y tópico. Ya veíamos al
principio del análisis cómo Borges lo utiliza en su cuento “La casa de
Asterión” y en muchos más cuentos y poemas.
Queda patente el carácter filosófico y existencial de
un poeta que se pregunta por el sentido de la vida y del mundo. Como no tiene
respuesta, se dispone a vivir y a ser feliz con lo que tiene la vida de
complicaciones y de “laberinto”.
- Bibliografía
a)
Primaria:
Poesía:
GÓMEZ, José María: -La
máscara de oro, 1988, Zamora, Ed. Instituto de Estudios
Zamoranos “Florián de Ocampo”, Excma.
Diputación Provincial de Zamora.
-Los recodos del laberinto,
1997, Talavera de la Reina, Editorial Gráficas del Tajo.
-El sueño apócrifo, 1997,
Talavera de la Reina, Edición del Excmo. Ayuntamiento de Toledo, Imp. Ebora.
- Yegua de la noche, 1984,
Talavera de la Reina, Edición del Excmo. Ayuntamiento de Toledo, Imp. Ebora.
Poemas antologados: “El Soñador”, “La Aurora”, “Un soldado de
Rocroi”, “Jorge Luis Borges”, “El Clavel”, “J.W. Goethe”, “Un skald”, “Averroes
y la luna”, “El ruiseñor de Matthew Arnold”, “Anagnórisis”, “David Hume de
Edimburgo”, “The watry maze”, “O navis”, “El libro”, “Skerrivore”, “El
castillo”, “Gnoseología”, “El río”, “The nothing I am”, “La eternidad”,
“Disfraces”, “Toledo”, “El leopardo”, “La ceguera de John Milton”, “La máscara
de oro”, poemas recogidos en Tres poetas talaveranos actuales: Rafael
Morales, Joaquín Benito de Lucas, José María Gómez Gómez. Estudio y antología,
1994, Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos
(C.S.I.C. Diputación de Toledo), pp. 129-139. Antología de Manuel López
Sánchez.
Prosa:
GÓMEZ, José María: Reflexiones sobre mi poesía,
2005, Torrijos.
b) Secundaria:
ALAZRAKI, J. et. alii: El cuento hispanoamericano
ante la crítica, 1973, Valencia, Editorial Castalia.
BORGES, Jorge Luis: El Aleph, 1991, Buenos
Aires, Alianza Emecé.
LÓPEZ, Manuel: Tres poetas talaveranos actuales:
Rafael Morales, Joaquín Benito de Lucas, José María Gómez Gómez. Estudio y
antología, 1994, Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios
Toledanos (C.S.I.C. Diputación de Toledo).