PRÓLOGO
Con la lectura reposada de “EXTASIS EN TOLEDO” del poeta toledano José María Gómez Gómez entiendo que decir poesía es sinónimo de emoción, concentrada y concisa; un tanteo que nos legitima a explorar en lo indecible y a auscultar su verdad. No es fácil entender la palabra poética ignorando la virtualidad sonora de su tersura musical; esa música de fondo, callada y sin ruidos, de los místicos; y esas confidencias de luz mediterránea que manaban del pensamiento griego con el hechizo de transportarnos a la frontera de mundos desconocidos, apoderándose de nuestras almas con su incalculable energía espiritual.
Obligada una lectura serena y una relectura reposada. Nunca le faltará la acogida de los mejores lectores, que saben paladear esas vibraciones armónicas que rezuma esta antología de sencillez esencial, cargada de resonancias grecas, con una luminosidad omnipresente, y con unas imágenes que como en la caverna platónica nos abren a una verdad que no pasa y que cae más allá, pese a su cercanía. Acierto ya patente en el mismo título de la obra: “ÉXTASIS EN TOLEDO”.
Este poliédrico poemario nos abre un camino de ida y de retorno; su genealogía arranca de una contemplación íntima por parte de su autor, con fijación de asombro, ante la verdad y la belleza excesivas de la pintura cretense. Y nos está invitando a contemplarla nosotros con esa pasión serena que obliga a detenerse y a cerrar la mirada extasiada ante la solicitud de tanta belleza y verdad, con la complicidad de una decisión vocacional.
Conexión de dos almas y de dos momentos estéticos. La belleza pintada queda bien filtrada e ilustrada en la palabra poética. Todo un arte. El Greco con su estilo inconfundible se sentiría felizmente correspondido y reafirrmado con su mismidad, en el estilo de este poeta de concisión azoriniana y con sabores de la gran cultura española de aquella Edad de Oro. “Yo soy tú” podría decir el Griego de Toledo y a quien para pintar le bastaba la sola llama que en su alma ardía; y el poeta José María Gómez le respondería:” la esencia de lo greco late en mi poema como en su forma”. Misterioso trasvase de almas. Se cumplen aquellas anotaciones de García Lorca: todas las cosas tienen su misterio secreto y la poesía es el misterio que entrañan todas las cosas; en la poesía radica más verdad y belleza que en la historia del mundo, porque no le falta esa locura divina que es la inspiración.
Hay que saber mirar y aprender a mirar, como sostiene el cineasta Kurosawa en uno de sus "lmes, con las orientaciones de alguien que sepa hacer más transparentes nuestras miradas, y nos ayude a captar esa música susurrante de la verdad y de la belleza; ese fondo misterioso que puede fácilmente esfumarse con el vértigo de las prisas o bajo el prejuicio de lo “ deja vu”.
Como una antorcha de luz debe servirnos este intenso poemario para este año 2014, fecha para celebrar a este nuestro pintor del alma e inventor del color de las almas, corrigiendo que “ tanto ingenio yazca en el tácito olvido que le humilla”.